Aunque pulgas y garrapatas son dos problemas diferentes y de distinto tratamiento, ambos poseen en común el hecho de que son parásitos transmisibles al ser humano y que deben prevenirse o, llegado el caso, tratarse.
En el caso de las pulgas, la prevención pasa no sólo por el collar insecticida y los champús antiparasitarios, sino que ha de alcanzar a todo el ambiente donde vive el perro. Así, hemos de prevenir la aparición de estos bichitos en otras mascotas, siempre que sea posible o, llegado el caso, evitar que el animal entre en contacto con portadores potenciales.
Contra las pulgas
En cuanto a los repelentes antipulgas, vamos a centrarnos en los naturales, puesto que los comerciales se encargan ya las marcas y los veterinarios de que los conozcamos:
Para empezar, tengamos en cuenta que el cedro repele a las pulgas. Invirtamos pues en champú y aceites de cedro, así como colchonetas rellenas de este material. Otro repelente natural fabuloso es el compuesto por ajo y levadura de cerveza: tanto en pastillas como en polvo, con dosis pequeñas, las pulgas saldrán despavoridas.
Y, para terminar con las pulgas, un truco: por, debajo de los armarios y tapetes, hojas de eucalipto. Las pulgas no las llevan nada bien Como otras tantas cosas, que dejamos para mejor ocasión.
Las garrapatas, parásitos peligrosos
Turno para las garrapatas: lo primero, es vigilar el pelaje de nuestra mascota, sobre todo en verano, que es cuando estos insectos están más activos. Parásitos que, por cierto, son bastante más peligrosos.
En este caso, lo ideal es prevenir la infección de forma tan radical como sea posible, alejando al perro de las zonas donde pueden hallarse tan indeseables huéspedes. Pero como no siempre es posible y no podemos plastificar al animal, el collar antiparasitario y una inspección atenta y frecuente son básicos. En caso de detectar garrapatas, quien mejor nos puede ayudar es le veterinario.