Antes de que las molestas incluso peligrosas termitas nos invadan y nos obliguen a reformas costosísimas, cuando no a derribar, como ya se ha dado el caso, algún edificio; antes de que las pérdidas sean irreparables, prevengamos el ataque de estos insectos.
En la Naturaleza, las termitas no suponen un gran peligro para el ser humano, pero entrando en las casas, tenemos que prevenirlas antes que eliminarlas. Para ello dividamos los métodos de prevención en 2 grandes categorías: los de barrera y los químicos. Por salubridad y cuidado con el medio ambiente, recalcaremos las primeras.
Todo por un poco de madera
Lo primero que hemos de tener en cuenta es que estos bichitos no se acercan a nosotros por el gusto de ver al ser humano. Buscan comida. ¿Que qué comen? Madera, papel y telas de todo tipo, siempre y cuando tengan trazas de celulosa. Lo que ocurre es que la madera de las casas, aunque oculta para nosotros, suele ser muy accesible para las termitas.
Los edificios más modernos suelen presentar ya las barreras de las que a continuación hablaremos, pero no estaría de más implementar éstas en casas más antiguas. Lo primero que hemos de pensar es por dónde entran los bichitos en cuestión desde el exterior hasta dentro de las casas. La respuesta, obvia: por la madera que está al aire libre o en contacto con el suelo.
¡Más metales, es la guerra!
La respuesta en estos casos es la construcción de puertas y ventanas en metal, por un lado y el evitar maderas en cimientos o revestimientos de tejados, por otro. Son los llamados métodos de barrera. Como ya avanzábamos, los edificios modernos suelen seguir estas pautas; los antiguos deben reformarse.
Pero, atención, no despreciemos el poder de las pinzas de estas pequeñas: son muy capaces de roer plásticos duros y aun plomo. Usemos hierro, acero o, en todo caso, aluminio. De esta forma nos ahorraremos el uso de otros métodos, aunque efectivos, menos sanos, como son los repelentes químicos.