
No es justo. ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Son invencibles. No hay forma de acabar con ellas. Esa especie de tanques que son las cucarachas ahora nos lo ponen más difícil ¡Vuelan! Al menos, la otra variedad podía eliminarse de un pisotón si uno era lo bastante rápido y superba la grima del crraaack, crrrraaack que sonaba cuando mandaba a uno de eso bichitos con su Creador.
Pero ahora sólo nos queda sacar la bandera blanca y, cabizbajos, reconocer que nos han superado en la escala evolutiva Alas. Tanques con alas. La imaginación de la Madre Naturaleza no conoce límites a la hora de reírse de nosotros
Hay soluciones sencillas y efectivas
Calma. Guardémonos esas lágrimas. Hay soluciones: Para empezar, mezclemos algo de ácido bórico con azúcar en polvo a partes iguales, sin agua, si queremos que el acido sea efectivo y dejarlo en un lugar adonde sepamos que se acercan los bichitos. Si lo hacemos y no les dejamos agua cerca, habremos preparado una trampa mortal.
Otra trampa. Esta aun más indigesta: la idea es mezclar yeso y azúcar, también a partes iguales. Puede parecer extraño, pero la explicación es sencilla: el yeso se endurecerá en el aparato digestivo del insecto. Cruel, sí, pero es la guerra.
Trampas, depredadores Todo vale
Otra buena solución es la que suponen las trampas pegajosas, sólo que en este caso la sustancia adherente ha de ser más fuerte que la de un caza moscas, no en vano estos animalitos tienen bastante más fuerza.
Y, para acabar, una muy buena y efectiva, si no queremos usar veneno y nos gustan los repelentes naturales contra todos los insectos. Dejemos un sapo en libertad por donde suelan posarse. El batracio tendrá mucho que comer.