La pregunta que da título a este post tiene mucho de retórica, puesto que ya hemos demostrado que, además de posible, es, en muchos casos, conveniente. De hecho, más que un sí o un no, recopilaremos algunas de las respuestas no químicas a ciertas plagas.
Y empezaremos controlando a nuestro insecto favorito Nuestra “amiga”, la cucaracha. Si no queremos usar compuestos a los que, por cierto, suelen ser bastante resistentes, podemos muy bien prevenirlas, sin dejar comida ni acumulaciones de agua disponibles para estos bichitos. Y, si ya nos han invadido, dejar cerca de sus lugares de acceso bolitas de azúcar mezcladas con yeso. Eso no cuenta como trampa química, ¿verdad?
Ñam, ñam
Recordemos también una forma no demasiado efectiva, aunque sí estética de ocuparnos de las moscas y mosquitos: la venus atrapamoscas estará encantada, como planta carnívora que es, de devorar alguna que otra mosca de vez en cuando.
Más insectos, en este caso peligrosos para la integridad de nuestras casas: las termitas. Aunque una vez que han comenzado a devorar las maderas de la casa no queda más remedio que combatirlas con pesticidas, pueden evitarse mediante barreras físicas en la construcción de los edificios.
Los ratones y sus enemigos
Por supuesto, también hemos hablado de plagas que no son de insectos: los ratones, por poner un caso. Para acabar con ellos, antes que los venenos, ya hemos visto que son efectivas las trampas y una hembra de gato hambrienta o con crías recientes.
Resumiremos los métodos que no usan la química para acabar con las plagas -como ejemplos ya hemos visto suficientes- en tres grandes grupos los que disuaden a la plaga de atacarnos, como el no dejarles comida; las trampas físicas, de las que podrían hablar mucho y mal los ratones, y los depredadores de los bichos que pretendían invadirnos, desde plantas carnívoras hasta gatos.