¿Qué diferencia existe entre una plaga en casa y una en la oficina? Ya respondemos nosotros: básicamente, ninguna. Es cierto que es más probable que aparezcan bibliófagos en el trabajo que en casa, pero nada más.
Los métodos para eliminar a estos malos compañeros de trabajo son, también, en lo básico, los mismos, tamizados, si acaso, por la prevención de riesgos laborales (en una oficina no es conveniente situar una ratonera, por ejemplo).
Química, barrera y asedio
Pensemos, pues, en los métodos que conocemos y, usando el más elemental de los sentidos comunes, adaptémoslos a la oficina: si empezábamos hablando de insectos que devoran el papel de los libros, veamos cómo evitarlos. La extrapolación será sencilla.
Podemos acabar con esas polillas de tres maneras. La primera de ellas, la química -no muy recomendable en un lugar por el que circula todo tipo de gente, despistados irredentos capaces de envenenarse incluidos-.
Usemos el sentido común
Podemos evitar que nos invadan usando métodos de barrera, en este caso referidos a forrar los libros o a enfundarlos, de modo que no puedan acceder a su comida. Y el tercer grupo de métodos tiene que ver también con la comida, sólo que en este caso se refiere a que no dejemos comida a su alcance.
La aplicación de cada uno de los tipos de medidas dependerá de la naturaleza de la invasión que queramos prevenir: obviamente, parece un tanto complicado no dejar comida para las polillas en un lugar donde abunda la madera y el papel, del mismo que es absurdo tratar de envenenar a las cucarachas en un lugar en el que no van a encontrar nada para comer.
Y es que ésta, no nos cansaremos de repetirlo, es la clave: los animales sólo buscan subsistir, comer. En cuanto se lo pongamos difícil, se irán a molestar a otra oficina. Por ejemplo, la de la competencia.